En México existen aún barreras que impiden que las mujeres tengan una mayor participación y acceso a oportunidades de financiamiento, así como a posiciones de liderazgo comunitario y técnico. Sin embargo, los distintos proyectos que implementa el MDE, han mostrado resultados favorables para facilitar el empoderamiento y la participación de la mujer en la toma de decisiones, reduciendo así algunas de las brechas de desigualdad social y de género en el ámbito rural.
Para lograr esto, el MDE en México ha emprendido distintas acciones afirmativas que buscan promover e incrementar la participación de las mujeres en el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales, así como también de personas jóvenes y sin derechos de tenencia de la tierra.
Desde el inicio, se consideró el enfoque de género en todos los documentos rectores del MDE, con el fin de diseñar un mecanismo de apoyo y acompañamiento exclusivo para grupos de trabajo integrados principalmente por mujeres (la ventana de inclusión social), pero también personas jóvenes y sin derechos agrarios reconocidos, estableciendo actividades productivas genéricas que ayuden a reducir las emisiones generadas por la deforestación y degradación de bosques y selvas.
Los mecanismos de difusión, evaluación y acompañamiento para las personas beneficiarias se diseñaron específicamente para que la participación de las mujeres fuese implementada en equidad.
El marco de salvaguardas sociales y ambientales establece buenas prácticas para la transversalización del enfoque de género y la inclusión social en todos los componentes del MDE.
Para la difusión de la convocatoria de la ventana de inclusión social se diseñaron materiales de difusión adecuados al contexto cultural y social de cada región, buscando llegar concretamente a grupos de mujeres y de jóvenes. Para poder participar en esta convocatoria, el único requisito fue la presentación de una idea de proyecto en una de las actividades productivas elegibles, por parte de un grupo de trabajo. Gracias a estas acciones se recibieron cinco veces más aplicaciones que otros programas cuyas propuestas generalmente son presentadas mayormente por organizaciones o núcleos agrarios, con una representación mayoritaria de hombres.
Acompañamiento especializado para la integración de sus ideas.
Al presentar sólo una idea de proyecto, se alentó la participación de grupos que no contaban con experiencia previa en la integración de propuestas técnicas. Una vez seleccionadas las ideas de proyecto que serían financiadas, se brindó un acompañamiento especializado para facilitar el desarrollo de propuestas técnicas en forma. De esta manera, se condujo un proceso de desarrollo de capacidades que permitió a estos grupos de trabajo la construcción participativa de objetivos, actividades y un presupuesto acorde a sus necesidades.El asegurar la participación de las y los integrantes de los grupos de trabajo en este procedimiento, contribuyó significativamente a la apropiación de sus proyectos desde el inicio. Esto les permitió contar con una mayor autonomía y empoderamiento en sus propias acciones y planes comunitarios.
Facilitar y hacer compatibles las actividades de cuidados que desarrollan las mujeres con las actividades que requieren sus emprendimientos, por ejemplo, facilitando la participación de madres de familia con hijos pequeños.
Mediante estas acciones, las mujeres y las personas jóvenes han logrado una contribución significativa en el desarrollo sustentable de sus comunidades. Con ello se van cerrando poco a poco las brechas en la equidad de género y culturales, con una metodología propositiva que busca al final, que la comunidad cuente con un mayor desarrollo socioeconómico pero con una perspectiva de cuidado y uso de sus recursos ambientales.